Burla desde el burladero: cuando es tu hija quién se ríe de otro #hayvidadespuésdelos6

Cuando tu hijo es objeto de burlas duele. Mucho. Porque si de normal soy empática con cualquier persona o situación, más si se trata de los míos. Veo la rabia contenida en sus ojos, las palabras que se apelotonan en su boca y aue no aciertan a salir. Veo dolor. Y eso me duele también a mí.

Por eso siempre que la NiñaGato ha sido objeto de burlas, me he quedado en un segundo plano. Intentando no empatizar con ella. Y lo hago para no entrar "al trapo" en la burla. Y porque creo que debe ser ella sola quién aprenda a convivir con eso. Los niños, casi todos, tienden a agrandar las diferencias y a convertirlas en adjetivos. Y estos en motivo de chanza. 

Pero es mucho peor, duele mucho más, cuando el que se burla es tu hijo. En este caso es mi hija la aue lo hace, de vez en cuando, desde la seguridad que da el burladero, la barrera. Y duele porque, como dicen por ahí, parece que el karma me lo devuelva todo. Yo no me burlaba de otras niñas (mi cole era solo de chicas), al menos no tengo conciencia de ello. Pero aunque me parecía mal que mis amigas lo hicieran, tampoco defendía a la chica que era objeto de sus bromas. Y eso, cuando fuí creciendo, me afectaba. 

OREJAS DE MARIPOSA es un precioso libro de. Luisa Aguilar. Cuenta la historia de Mara, una niña de la que los demás niños hacen burla por su aspecto físico. Sin embargo Mara, con su sentido del humor y la ayuda de su mamá, dará la vuelta a todas las burlas. Un libro imprescindible

Cuando llegó mi particular edad del pavo (que seguro que a mis padres se les hizo eteeeerna, ¿eh, mamá?), siempre que veía una burla de mis amigos o conocidos hacia otros, pensaba en que dirían de mí. Esa inseguridad me duró poco, pero cuando fuí consciente de mis defectos los acepté, me dí cuenta de como me afectaba que otros se burlasen de alguien por su fealdad, por sus tetas grandes o pequeñas, por como vestía tal o cual o por cuantos rollos había tenido fulano o mengana. Pero no hice nada al respecto, más allá de unirme a las burlas de vez en cuando o mirar comprensiva al burlado o burlada.

Y ahora el karma ha dado la vuelta a mi tortilla y me ha dado una hija que, no se si mucho o poco, pero sí de vez en cuando, se burla de otros. Porque su amiga es muy bajita, o ese niño tiene los dientes negros o aquella niña se cae cuando corre y aquel chico no sabe abrocharse el pantalón. Lo hace además desde su propio burladero, desde la seguridad que yo he fomentado en ella, alimentando su autoestima día a día. 

Y lo digo sin rubor pero con dolor. Porque yo no quiero que mis hijas sean así. Y cuando lo hacen, me enfado y les reprendo. En casa respetamos las diferencias y las normalizamos dentro de nuestro contexto social y cultural. O lo intentamos. No hablamos de diferencias entre sexos, religiones o razas, siempre nombres, nunca adjetivos. Nadie es negro o moro. Se llaman Aberlyne o Douha. Da igual si se es chico o chica, todos pueden casarse o ser novios, trabajar de lo quieran y conseguir lo que se propongan. 

El karma me ha devuelto mi inaccion ante las burlas que presenciaba cundo era pequeña dándome una hija que se deja llevar, en ocasiones, y se une a la burla alentandola y riéndola, cuando lo que me gustaría es que se pusiera del lado del burlado, defendiéndolo a ser posible e increpando a quién la comete. 

Yo seguiré mostrándole las dos caras, diciéndole que nunca se debe reír de los demás ya que estoy segura de que a ella no le gusta ser objeto de esas burlas. Y cuando otro se ría de ella, darle herramientas para que sepa encontrar argumentos de respuesta, que aprenda a superar la frustración y la rabia.

Y tu hijo, ¿se burla desde el burladero?